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CAPÍTULO XIV |
Ya eran cerca de las once de la mañana. |
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su suegro. |
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ellos la suficiente influencia como para arreglar las cosas a su favor
y que tuviera de nuevo relaciones normales con Malva; o en caso
contrario, si él no llevara a cabo el crimen ordenado, desacreditarlo
para siempre por el robo del libro manuscrito, o por la deuda
contraída. Si decidían matarlo, siempre podrían achacarlo a sus más
que dudosas relaciones con gente del hampa. |
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sus palabras, y de que no era consciente de que había sido
engañada por el malvado y astuto Sebastián. Razón tenía sin
embargo en lo concerniente a Samara; su corazón estaba dividido,
y padecía una extraña confusión en sus sentimientos: Seguía
queriendo a Malva, y sentía una gran pasión por Samara. |
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toda relación en el asunto del secuestro. |
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también ellos, en última instancia, igualmente victimas de lo programado por la vida o el destino, y tan sólo jugaban su papel sin saberlo, porque era el que les correspondía en la ruleta de la suerte? Hay quien piensa que cada uno se labra su propio sino, pero esto no es del todo cierto. La verdad era que cada uno de nosotros influenciamos en nuestras vidas de un modo bastante relativo, por no decir muy poco: "El hombre propone y Dios dispone" como dice acertadamente el refranero popular. ¿Qué culpa le cabía a él en todo lo que le acontecía? No era para nada el responsable de la situación en la que se encontraba. Igual que al que lo hacen soldado y lo llevan a la guerra, sin haber él escogido esa profesión; y luego queda malherido o lo matan. Se dirá que así estaba escrito. Se podría enumerar montones de casos en los que una persona no tiene nada que ver con aquello que le pasa, por ejemplo: Una bala perdida de un tiroteo entre policías y gangsters, hiere de gravedad a un hombre que circunstancialmente se hallaba en ese lugar, y lo deja para todo el resto de su vida con una discapacidad severa. ¿Quién tiene la culpa? Se seguirá diciendo que es el destino que acompaña a cada individuo desde su nacimiento. Todos los actos de cada uno de nosotros repercuten, negativa o positivamente en los demás; es tan sólo cuestión de buena o de mala suerte. Un hombre sale de su casa, y después de haber recorrido un par de kilómetros con su coche, se tiene que volver porque advierte que se le ha olvidado un documento que necesitaba y tenía que llevarse. Por ese olvido, que le hizo perder tiempo, se tuvo que encontrar más tarde en un lugar preciso, para que otro hombre que conducía embriagado, provocara un accidente que lo dejó en una silla de ruedas. El hombre que conducía un coche habiendo bebido más de la cuenta, era, qué duda cabe, un irresponsable; pero quiso contar, o explicar a modo de disculpa, que no fue capaz rechazar la invitación de su jefe a tomar unas copas, no quiso o no se atrevió, por miedo a ofenderlo. Cuando él sabía que no soportaba bien la bebida, y tenía por fuerza que emprender aquel viaje en coche. Era un hombre de carácter débil, que no supo ser consecuente, y ese modo de ser suyo, motivó que otra persona quedara paralítica, atada a una silla de ruedas para __________ |
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siempre. Nada de lo que hacemos, o
muy pocas cosas de ellas, son de nuestra única y absoluta
incumbencia, que nos ataña única y exclusivamente a nosotros;
todo repercute de alguna manera en los demás, para bien o para
mal, independientemente de nuestra voluntad.
Ocupado en estas diatribas contra su mala suerte, llegó hasta donde
había dejado el coche. Dudó un momento entre emprender la
vuelta, o quedarse allí merodeando, por ver si se le presentaba la
oportunidad de contactar con Malva, y explicarle la verdad de todo
lo que a él le acontecía, y quien era en verdad Sebastián y Rogelio,
y que su padre estaba con ellos en compinche, en el negocio de la
droga, según supo por la congregación a la que Samara pertenecía.
Esto último sería un problema. Lo más seguro sería que ella no le
creyera; y saliera naturalmente en defensa de su progenitor. |
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me va la vida en ello. |
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culpabilidad, en lo
tocante a que había sido el afán de lucro, lo que había guiado sus
pasos al unirse con Samara, y haber montado la falsa de aquel
secuestro para conseguir dinero. Que él era la victima de la
organización a la que el viejo Sebastián pertenecía, y de la cual,
con toda seguridad también su padre formaba parte. Le confesaría
la verdad de la pasión que sentía por esa otra mujer. Y trataría de
buscar con ella si había alguna posibilidad de futuro para ambos, y
caso de que esto ya no fuera posible, quedar en la separación como
amigos, y no con el odio que se pudieran profesar quedando como
enemigos, porque ella ignoraba la realidad de lo que a él le ocurría. |
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y restaurantes. ¿Te recuerdas? |
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padre hacían negocios en el asunto de la droga con la organización,
y de que incluso hubo un momento en el que llegó a pensar que
quizá ella misma estuviera en un complot contra él. Aunque en el
fondo de su alma no lo creía, o no quería creerlo. Pero lo
verdaderamente grave era que esa misma noche debía, por encargo
de Sebastián, matar a una persona, y que ignoraba quién pudiera ser
esa persona, ni por qué debía de morir. |
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-Me parece que en ese asunto, soy yo la que tengo la última
palabra -dijo Malva obstinada. |
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