ramo de flores. Bien pudiera ser que debía visitar a un
enfermo en el hospital, y quisiera darle una pequeña alegría con las
flores. De cualquier forma, era evidente que las había comprado
con una intención determinada. De pronto hizo señas a un taxi que
pasaba cerca. Subió y le ordenó al conductor le llevara a la estación
con toda rapidez.
Desde hacía unos diez minutos andaba dando impacientes vueltas
arriba y abajo del andén. El tren venía al parecer con retraso. Se
sentó en un banco que estaba libre. Puso a un lado las dichosas
flores, envueltas en aquel papel blanco inmaculado, y encendió un
cigarrillo. Intentaba concentrarse, trataba de ver claro, de entender
qué hacía él allí sentado. ¿A quién esperaba? Era quizá lo único
seguro para él: aguardando estaba la llegada de alguna persona. Su
mente seguía esforzándose en lograr abrir una brecha, por mínima
que fuera, que empezara a dar paso a una poca de "luz", que
rompiera o pasara a través del negro muro que ocultaba sus
recuerdos, que nublaba su memoria. Repentinamente vino a él,
apareció, evocó la escena, era cada vez ésta más clara: En el
interior de un restaurante mantenía una conversación con un
hombre mayor, un anciano al que de nada conocía. De cualquier
manera, se vio envuelto en una extraña conversación. Recordaba
bastante bien el tema de lo que se había hablado, lo que no sabía a
ciencia cierta era cuándo fue: ¿Ayer? ¿Hacía una semana o tal vez
un año? Lo desconocía, no tenía la más absoluta idea del tiempo
transcurrido; ni la más ligera noción de dónde se hallaba situado
aquel local o restaurante. El viejo con el que estuvo conversando,
llevaba una larga barba gris, un tanto enmarañada, y le acompañaba
otro individuo con cara de pocos amigos. Era difícil calcular la
edad del hombre; igual podría tener cien, o bien ciento veinte, por
no decir más, aunque parezca exagerado, le había causado la
impresión de ser un ente por antonomasia viejo, como si siempre lo
hubiese sido; digamos que representaba y era al mismo tiempo la
vejez. A pesar de todo y aunque parezca una sinrazón, se veía
lúcido, ágil y vital. No sabía el porqué estaba sentado a su mesa,
pues tampoco recordaba tener amistad alguna con tal persona, ni
conocerlo de nada. Quizá fuera porque no se encontraba ningún
otro sitio libre en el local. __________
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